Los santuarios de la fabada en Asturias

Pocas cosas apetecen más en la temporada otoño-invierno que meterte entre pecho y espalda un buen guiso casero. Recorremos media Asturias en busca de algunos de los templos a los que peregrinar si hay antojo de fabada.

Hablemos de un tema tabú: las flatulencias que nos provocan ciertas legumbres después de comerlas. En uno de los capítulos más descacharrantes del siempre vigente Breviario de la fabada (Ediciones Trea, 1981), Paco Ignacio Taibo I dedica tres páginas a reivindicar el pedo. Llama a Asturias “el paraíso del pedo libre” por ser uno de los lugares donde más fabada se come. Pide que la ventosidad abandone la clandestinidad de los prejuicios e incluso propone calificar la calidad del guiso asturiano por excelencia en función de los gases que nos provoque: “Ayer comí una fabada de tres pedos y medio”, escribe. Y muy de acuerdo, oigan.

Pero mientras esa utopía -¿o más bien distopía?- llega, tendremos que conformarnos con la forma habitual de valorar las fabadas. Repasamos en los siguientes párrafos algunos de los restaurantes y casas de comidas donde más merece la pena ir a comerla. No están todas las que son, así que puedes añadir tu favorita en los comentarios del final del artículo.

Casa Chema

Empezamos con el único bicampeón de La Mejor Fabada del Mundo, el evento anual que desde 2011 busca en el universo conocido la mezcla perfecta de fabes y compango. ¿Cuál es el secreto para haber conquistado dos veces al exigente jurado en las catas a ciegas? “Hay que contemplarla mucho, cuidarla, no dejo que nadie me toque la fabada”, responde la cocinera Joaquina Fernández, que pone la pota del guiso sobre una plancha “para que no se concentre todo el calor en el centro”. Mimo de guisandera que se ayuda de fabes de Tierrina Vaqueira, de la zona de Valdés, y embutido de Naveda. El precio de la ración es de 16 euros, y ¡ojo!, hay una versión vegana que lo está petando bastante.

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